martes, 12 de octubre de 2010

Barbadelo – Portomarín, nuevas sorpresas


Portomarín, 11 de Octubre de 2010
Empezamos el camino, muy tempranito, a las 8:00 estábamos caminando sin apenas luz y con una buena niebla, de esas que parece que llueve, pero que solo te dejan el rocio encima, o quizás algo más...
Al canto del gallo estoy estrenando la concha que me regalo Odón en uno de las muchas fuentes que hay en el camino. Este, el camino, se encuentra jalonado de terrenos de cultivo y algunos buenos robledales (carvallos), vados y riachuelos por doquier. Todo está sembrado de castañas riquísimas que cubren el suelo y montones de bellotas, pero que aún están amargas. También hay muchas manzanas desarmadas contra el suelo. En fin, suficiente tentenpié para la gazuza del camino. Ah! Y muuuchas fuentes de agua... ¡hay! lo que se echan de menos en muchos de los caminos canarios...
Rente
Una de las innumerables aldeas que pueblan el camino. A su entrada nos encontramos con Dionisio, un lugareño entrado en edad que nos desea todos los parabienes, y nos da un par de puñados de nueces tiernas de sus nogales y alguna avellana. Nos pide que a la llegada a Santiago pidamos por él y por su señora Castora. No olvidaremos el encargo.
Pasamos por Morgade donde hay uno de los muchos albergues privados del camino y seguimos hasta
Ferreiros
a donde llegamos a las 10:15 y nos dicen que el albergue se abre a las 13:00 y se da paso a la gente por orden de llegada a partir de ese momento. Nos quedan casi tres horas de espera bajo la lluvia. Visitamos la iglesia románica, solo por fuera, pues está cerrada. Y aquí la nueva sorpresa, mama dice que está muy cómoda y que para esperar aquí prefiere continuar el camino hasta Portomarín.
A lo largo del camino me dedico a fotografiar todos los mojones kilométricos del camino que además tienen los nombres de los caserios por los que pasamos y a disfrutar del camino en continuo descenso.
Cruzando un puente-viaducto altísimo sobre el rio miño llegamos a
Portomarín
que nos recibe de una forma muy peculiar. A su entrada hay una escalinata empinadísima y un arco, que sirve de colofón final para el peregrino que aún presenta el suficiente ánimo.







El pueblo de Portomarín es de nueva construcción y recoge la población de las tres aldeas que se encontraban a orillas del rio y que fueron desalojadas y anegadas tras la construcción del pantano en 1960. Su iglesia fortaleza de San Nicolas fué desmontada piedra a piedra, numerada y reconstruida en su actual ubicación junto al ayuntamiento, en lo alto de la colina. Detrás de la iglesia, al final de la calle mayor nos espera el albergue de la xunta al que llegamos a las 12:45. Esa también va a ser la tónica de las restantes jornadas. Siempre llegando justo antes de que abran los albergues, lo que nos granjea la tranquilidad a la hora de acomodarnos, y el descanso de haber terminado de caminar a la una del medio día.

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