7:20 regresando a casa de un paseo matutino, Huan viene agotado, jadea, llora y se esconde por los rincones, continuamente va a buscar agua al bidé que siempre está lleno para él. Yo estoy tan fresco, se están empezando a notar los efectos de nuestros continuos paseos a la montaña...
6:05 hoy amanezco con demasiada energía y hay que quemarla, está claro que me ha faltado la subida semanal (¿mensual?) a el Teide.
Salto de la cama, ropa ligera y recojo a Huan, el pobre flipa, siempre está preparado para una fiesta y cada vez más se va acostumbrando a las extravagancias de su amo. nos ponemos la correa y a la calle. Como segunda compañía mi nuevo HTC Magic que con su corazón de android sabe como complementar una compañía, con su música; a la ida susurrándome los versos de Antonio Machado cantados por Joan Manuel Serrat, a la vuelta Joaquín Sabina vierte en mis oidos algunas Mentiras piadosas. Entre tanto el programita Cardio trainer recien bajado del Market localiza y sigue mi posición me cuenta los tiempos me guia en la ruta, y lo guarda todo para comprobar despues mis progresos... o eso debería hacer.
Salimos a la calle, primero al descampado, Huan tiene que aliviar, y a continuación a la ruta hoy voy a variar la de siempre, vamos a improvisar, se trata de caminar al menos una horita. Huan con esa inconsciencia de su propias capacidades y el ardor de verse en la calle a estas horas, marca el paso como solo lo puede marcar un corazón inocente que no tiene capacidad de conocer ni planificar la extensión de la aventura. A mi me viene bien, hay que empezar con ritmo y expulsar a la pereza. Bajamos a Barranco Grande y evolucionamos hasta el centro de salud, allí variamos, y en lugar de empezar a subir por la ruta que nos llevaría a casa en 40 minutos, seguimos caminando por la carretera general hasta llegar a la gasolinera de la subida de La Gallega.
Huan ya se va oliendo que esto no es lo de siempre y que quizás ha sobrepasado el ritmo aconsejado para empezar. Empieza la subida, algo empinada, buen momento para un sprint, hay poco sendero y la carretera está muy justa, es más bien un camino asfaltado con muy poco espacio y guarnición para los peatones, cuanto antes lo dejemos atras mejor. Huan se mosquea. Serrat dice que eso de Españolito que llegas...
Llegamos arriba del camino, y avanzamos hasta el cementerio, en un momento dado literalmente nos quedamos sin espacio para caminar, pues un seto bien cortadito forma una pared aplomada con la raya, ficticia, de la carretera. Nos asomamos y a correr de nuevo. Llegamos al cementerio y en lugar de acometer la macro rotonda que nos lleva a la calle que va a casa, subimos un poquito más a un parque que hay justo encima del cementerio, tooomaa; acabo de encontrar el parque se Santa Catalina en Tenerife. Nos ponemos a zigzaguear por sus paseos. Arriba del todo hay un mercadillo donde los agricultores ya están montando sus puestos.
Salimos del parque, Huan está al final de la correa, aprovechando mi fuerza de tiro para caminar, que curioso; se supone que el perro de tiro es él. Sabina empieza a contarme que poco hablan los diarios de la gente corriente con vidas corrientes. Buen momento para ver mi evolución en el cardio trainer; ¡¡Diablos!! el programa tiene una tecla de puesta en marcha del crono sin el cual no empieza a seguirte, hasta el momento se ha limitado a poner mi posición en el mapa, ¡tremenda ayuda! si estuviera perdido. Buf!, estos españoles y su manía de poner en marcha las máquinas sin leer el manual. Bueno, la próxima vez será.
Del parque bajamos a la macro-rotonda, la rodeamos y seguimos camino de casa, ya es seguir la recta relajando el cuerpo y desandando todo lo andado.
7:20 regresando a casa de un paseo matutino, Huan viene agotado, jadea, llora y se esconde por los rincones, continuamente va a buscar agua al bidé que siempre está lleno para él. Yo estoy tan fresco, se están empezando a notar los efectos de nuestros continuos paseos a la montaña...
Son la 8:01, buen momento para terminar la crónica, suena el móvil, ya está aquí Victor para que desayunemos antes de que lleguen los chicos. Hoy es el pateo familiar del Club. Nos vamos a Chanajiga por encima de Los Realejos, donde terminaremos en un asadero frente a un plato de carne y un vaso de vino.
6:05 hoy amanezco con demasiada energía y hay que quemarla, está claro que me ha faltado la subida semanal (¿mensual?) a el Teide.
Salto de la cama, ropa ligera y recojo a Huan, el pobre flipa, siempre está preparado para una fiesta y cada vez más se va acostumbrando a las extravagancias de su amo. nos ponemos la correa y a la calle. Como segunda compañía mi nuevo HTC Magic que con su corazón de android sabe como complementar una compañía, con su música; a la ida susurrándome los versos de Antonio Machado cantados por Joan Manuel Serrat, a la vuelta Joaquín Sabina vierte en mis oidos algunas Mentiras piadosas. Entre tanto el programita Cardio trainer recien bajado del Market localiza y sigue mi posición me cuenta los tiempos me guia en la ruta, y lo guarda todo para comprobar despues mis progresos... o eso debería hacer.
Salimos a la calle, primero al descampado, Huan tiene que aliviar, y a continuación a la ruta hoy voy a variar la de siempre, vamos a improvisar, se trata de caminar al menos una horita. Huan con esa inconsciencia de su propias capacidades y el ardor de verse en la calle a estas horas, marca el paso como solo lo puede marcar un corazón inocente que no tiene capacidad de conocer ni planificar la extensión de la aventura. A mi me viene bien, hay que empezar con ritmo y expulsar a la pereza. Bajamos a Barranco Grande y evolucionamos hasta el centro de salud, allí variamos, y en lugar de empezar a subir por la ruta que nos llevaría a casa en 40 minutos, seguimos caminando por la carretera general hasta llegar a la gasolinera de la subida de La Gallega.
Huan ya se va oliendo que esto no es lo de siempre y que quizás ha sobrepasado el ritmo aconsejado para empezar. Empieza la subida, algo empinada, buen momento para un sprint, hay poco sendero y la carretera está muy justa, es más bien un camino asfaltado con muy poco espacio y guarnición para los peatones, cuanto antes lo dejemos atras mejor. Huan se mosquea. Serrat dice que eso de Españolito que llegas...
Llegamos arriba del camino, y avanzamos hasta el cementerio, en un momento dado literalmente nos quedamos sin espacio para caminar, pues un seto bien cortadito forma una pared aplomada con la raya, ficticia, de la carretera. Nos asomamos y a correr de nuevo. Llegamos al cementerio y en lugar de acometer la macro rotonda que nos lleva a la calle que va a casa, subimos un poquito más a un parque que hay justo encima del cementerio, tooomaa; acabo de encontrar el parque se Santa Catalina en Tenerife. Nos ponemos a zigzaguear por sus paseos. Arriba del todo hay un mercadillo donde los agricultores ya están montando sus puestos.
Salimos del parque, Huan está al final de la correa, aprovechando mi fuerza de tiro para caminar, que curioso; se supone que el perro de tiro es él. Sabina empieza a contarme que poco hablan los diarios de la gente corriente con vidas corrientes. Buen momento para ver mi evolución en el cardio trainer; ¡¡Diablos!! el programa tiene una tecla de puesta en marcha del crono sin el cual no empieza a seguirte, hasta el momento se ha limitado a poner mi posición en el mapa, ¡tremenda ayuda! si estuviera perdido. Buf!, estos españoles y su manía de poner en marcha las máquinas sin leer el manual. Bueno, la próxima vez será.
Del parque bajamos a la macro-rotonda, la rodeamos y seguimos camino de casa, ya es seguir la recta relajando el cuerpo y desandando todo lo andado.
7:20 regresando a casa de un paseo matutino, Huan viene agotado, jadea, llora y se esconde por los rincones, continuamente va a buscar agua al bidé que siempre está lleno para él. Yo estoy tan fresco, se están empezando a notar los efectos de nuestros continuos paseos a la montaña...
Son la 8:01, buen momento para terminar la crónica, suena el móvil, ya está aquí Victor para que desayunemos antes de que lleguen los chicos. Hoy es el pateo familiar del Club. Nos vamos a Chanajiga por encima de Los Realejos, donde terminaremos en un asadero frente a un plato de carne y un vaso de vino.
¿Te vienes?
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