viernes, 15 de octubre de 2010

Melide – Ribadixo, aquí si hay playa


Ribadiso, 14 de Octubre de 2010
Hoy toca jornada de descanso la ruta es de solo 13 kilómetros para descansar en el que posiblemente sea el mejor albergue público, y posiblemente privado, de la ruta. A pesar de ello el camino es un continuo subir y bajar que ya está haciendo mella en las rodillas de mami, pero de momento aguanta muy bien. Los que traen la cara desencajada son los bicigrinos a los cuales es un poema ver cuando suben la cuesta de Ribadiso a dos kilómetros de Arzua.
Como digo, hoy solo caminamos 13 kilómetros (curioso, lo máximo que esperaba que caminaríamos cada día se convierte en un paseo de relax). Las razones, pues que estamos a tres jornadas de Santiago, que hemos hecho el doble de camino que el esperado y que he decidido que ya no pasaremos mas noches en sitios grandes y disfrutaremos de los lugares pequeños y relajados. Luego comprobaré que es mejor no premeditar nada más de lo necesario. Y por último, que la guía habla excelencias del albergue.
Pasamos por Parabispo, Boente 
donde sellamos las credenciales en la iglesia de Santiago de Boente, 
Pedrido,
Rio y
Ribadiso
Llegamos al albergue de la xunta, junto al rio Iso. Un antiguo hospital de peregrinos que pasa por varias manos siempre con la condición de que se mantuvieran las instalaciones y se atendiera al peregrino. Nos encontramos con varias edificaciones de sólida piedra en un prado enorme. Los dormitorios se encuentran en el edificio principal de tres semi-plantas en la parte baja dormían las bestias, en la planta alta -sobre las bestias- los dormitorios para aprovechar el calor de estos y en entreplanta, lo que eran la cocina, comedor zona de estar. Junto a mi cama había un horno horadado en la piedra. En otra edificación estaban las actuales cocinas y comedor. Y en dos construcciones de madera en el prado están las duchas y lavaderos. Mucho espacio donde descansar en el cesped al sol, un acceso al rio donde darse un chapuzón en sus gélidas aguas. En definitiva un paraiso para el peregrino.
Una vez instalados, me doy un chapuzón en el rio, bajo el puente romano más antiguo del que se tiene conocimiento en Galicia, según reza el cartel a la entrada del albergue. Tras el chapuzón y secado a un sol cálido, pero que no quema, un paseo por el pueblo hasta llegar a lo que llaman la playa, una zona de baño con merenderos y pistas deportivas, y como no, un enorme prado, construidos en la ribera de un meandro del río. Las aguas, tal y como me había avisado la hospitalera negras como el petróleo por el estancamiento y la basura de la vacas. Si quieres bañarte, mejor junto al albergue que las aguas corren cristalinas.

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